Antes de redactar una carta a tu jefe sobre fibromialgia, es crucial desarrollar una estrategia laboral integral. La comunicación efectiva es solo un componente del éxito profesional con esta condición.
Para prepararte adecuadamente con técnicas de negociación, scripts de conversación y estrategias de manejo, revisa primero nuestra guía especializada sobre trabajar con fibromialgia. Esto te dará el contexto y herramientas necesarias para una comunicación más efectiva.
Jefe:
Esta carta nace del cansancio. Pero no del cansancio físico —ese que arrastro a diario con la fibromialgia— sino del cansancio emocional, mental y moral de tener que justificar una y otra vez lo que debería ser evidente: mi enfermedad es real, mi dolor es real, y mi derecho a trabajar con dignidad también es real.
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Durante años he sido testigo —y protagonista— de miradas incrédulas, comentarios hirientes y decisiones injustas por parte de quienes dirigen equipos, manejan empresas o están en posiciones de autoridad.
Personas que, por ignorancia o arrogancia, se permiten dudar de un diagnóstico médico, poner en tela de juicio la palabra de una mujer que vive con una condición crónica, e invalidar el sufrimiento ajeno solo porque no se puede ver a simple vista.
Y esto no me pasa solo a mí. Nos pasa a muchas. Somos miles de mujeres en edad productiva que seguimos trabajando a pesar del dolor constante, del agotamiento extremo, de la rigidez matutina, de los bloqueos mentales y de una larga lista de síntomas que la medicina aún no ha logrado explicar del todo, pero que existen, se documentan, y afectan profundamente nuestra calidad de vida.
Entonces pregunto: ¿cuántas veces más vamos a tener que escuchar un jefe con frases como estas?
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— “Pero si te ves bien, no pareces enferma.”
— “Eso es psicológico, no te dejes dominar por la mente.”
— “Aquí hay que rendir, no se puede trabajar a medias.”
— “Yo también tengo dolores y no ando pidiendo consideración.”
— “Si no puede con el ritmo, tal vez este trabajo no es para usted.”
Cada una de esas frases no solo duele: sino que viola el derecho al trato digno, a la igualdad de oportunidades, a no ser discriminada por una condición de salud.
Viola la ética básica de cualquier relación laboral. Viola la confianza de quien, a pesar de todo, sigue levantándose cada mañana para intentar cumplir con su trabajo.
La fibromialgia no se ve en un examen de sangre ni en una resonancia. Pero eso no la hace menos real. Quien lidera un equipo, es decir usted jefe, no necesita ser médico, pero sí necesita ser humano. Y la humanidad empieza por creerle a quien se atreve a hablar desde su vulnerabilidad.
¿Sabe lo que pasa cuando una empleada con fibromialgia se siente respaldada por su jefe? No se echa a morir. Al contrario: florece. Rinde con más compromiso. Propone ideas. Se conecta con el propósito de su trabajo.
¿Y sabe qué pasa cuando se siente juzgada, presionada o despreciada? Se apaga. Y lentamente se va. O se enferma aún más. O sobrevive cada jornada laboral como una batalla más.
Yo no pido un trato especial. Pido sentido común. Pido un entorno donde pueda hacer pausas sin ser castigada. Donde mis días difíciles no sean motivo de burla o sospecha.
en el que el teletrabajo no se vea como un privilegio sino como una estrategia de inclusión. Donde se me evalúe por la calidad de mi trabajo, no por la cantidad de horas que aguanto sentada con una sonrisa forzada.
FIBROMIALGIA
¿Por qué duele tanto?
¿Usted tiene idea de lo que implica trabajar con fibromialgia?
Implica dormir mal casi todas las noches y levantarse igual; que cada movimiento duela, incluso los más simples, que el cuerpo y la mente se sientan lentos, torpes, confusos.
Implica tener que poner buena cara mientras el mundo interno se desmorona; tragarse el miedo a ser despedida si un brote aparece; sentirse culpable cada vez que se pide un día libre para ir al médico.
Y, sin embargo, trabajamos.Y lo hacemos bien. Porque somos resilientes, sabemos adaptarnos, aprendimos a ser eficientes con menos energía, damos más de lo que se ve, nos formamos, nos esforzamos y seguimos adelante.
Pero no queremos seguir adelante solas. Queremos un entorno laboral justo, líderes que escuchen, que se informen, que dejen de hacer chistes crueles y empiecen a implementar políticas reales.
Queremos espacios donde no tengamos que elegir entre cuidar la salud o conservar el empleo.
Esta carta no es una queja. Es una advertencia. Porque ignorar la realidad de miles de trabajadoras con enfermedades crónicas no solo es injusto: es una pérdida para las empresas.
Es perder talento, experiencia, compromiso y visión. Quedarse anclados en modelos de trabajo obsoletos, rígidos, ineficaces. Es perpetuar una cultura laboral que excluye en vez de integrar.
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A usted, jefe o jefa que no cree en la fibromialgia de su empleada, le invito a reflexionar. No desde el poder que tiene en su escritorio, sino desde la humanidad que debería tener en su corazón.
¿Realmente cree que tantas mujeres estarían inventando un diagnóstico para justificar su “flojera”? ¿O es más fácil dudar que informarse? ¿Más cómodo invalidar que flexibilizar? ¿Más rápido despedir que construir?
Si de verdad quiere liderar con grandeza, empiece por mirar a sus trabajadoras con ojos nuevos.
No como “el problema”, sino como mujeres que están haciendo lo imposible por seguir adelante. Con dolor, pero también con coraje. Limitaciones, pero también con talento. Con diagnósticos, pero también con sueños.
Y si aún no puede creer en la fibromialgia, entonces el problema no está en nuestra enfermedad, sino en su incapacidad para ver más allá de lo evidente.
Con respeto, pero sin miedo,
Una empleada con fibromialgia que se cansó de callar.
Una vez que hayas comunicado tus necesidades, el verdadero trabajo comienza. Mantener una carrera exitosa con fibromialgia va mucho más allá de la revelación inicial.
Aprende estrategias comprobadas para prosperar laboralmente que incluyen gestión de energía, construcción de relaciones laborales y desarrollo profesional continuo que aseguran éxito a largo plazo.
¿Qué más le añadirías a esta carta?¿Qué más le dirías a tu jefe?
Escríbelo en los comentarios.
Yo tengo 61 años. Llevo 40 años trabajando. Y con Fibromialgia y Fatiga crónica desde hace más de 25 años. Sólo quiero que me dejen quedarme en mi casa, llevar mi vida a mi ritmo y cuidarme.
Ojalá la gente fuera más empatica y trarara de ponerse en la situación del otro.