mujer fibromialgia

Ser mujer y tener fibromialgia: la doble carga que nadie ve

Ser mujer ya es un reto en esta sociedad. Pero ser mujer con fibromialgia… eso es otra historia.

Desde pequeñas nos enseñan que debemos ser fuertes, cuidadoras, trabajadoras incansables. Se espera que mantengamos la casa en orden, que atendamos a la familia, que trabajemos, que estemos disponibles para todos.


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Y cuando el dolor de la fibromialgia llega a nuestras vidas, ¿qué pasa? La exigencia no desaparece, pero la energía sí. Y la culpa se instala.

Nos convertimos en malabaristas del dolor y la responsabilidad, intentando cumplir con todo mientras nuestro cuerpo nos suplica descanso.

Pero nadie nos dijo que tendríamos que justificar nuestro agotamiento, que nos mirarían con escepticismo cuando dijéramos que no podemos más. La carga invisible que llevamos es enorme y, sin embargo, seguimos adelante, porque sentimos que no hay otra opción.

La exigencia de ser “fuertes”

Nos han dicho que somos el pilar del hogar, el sostén emocional de los demás.

Pero, ¿quién sostiene a la mujer con fibromialgia? Cuando el dolor y la fatiga nos dejan sin fuerzas, seguimos esforzándonos por cumplir con las expectativas sociales.


FIBROMIALGIA

¿Por qué duele tanto?


Nos sentimos culpables si cancelamos una cita, si no podemos levantarnos temprano, si el cuerpo nos pide descanso.

No nos enseñaron a pedir ayuda. Nos educaron para ser autosuficientes, para resolver todo sin quejarnos.

Y cuando la fibromialgia nos limita, nos sentimos fracasadas, como si no fuéramos suficientes.

Pero la verdad es que ser fuerte no significa hacer todo sola, sino reconocer cuándo es momento de parar y pedir apoyo.

Cómo la sociedad minimiza el dolor femenino

A lo largo de la historia, las mujeres hemos luchado para que nuestro dolor sea tomado en serio. Y aún hoy, cuando decimos que nos duele todo, que estamos agotadas, que nos sentimos incapaces de seguir el ritmo del mundo, nos responden con un “eso está en tu cabeza” o “todas nos sentimos cansadas”.

La fibromialgia, una enfermedad real, sigue siendo minimizada, especialmente en nosotras, que hemos sido educadas para aguantar en silencio.

El problema es que la fibromialgia no se ve. No hay heridas, no hay yesos, no hay pruebas que puedan mostrar con exactitud lo que sentimos. Y cuando el dolor no es visible, parece que no existe.


Esto nos obliga a explicar una y otra vez lo que vivimos, tratando de convencer a los demás de que nuestra lucha es real. Y eso es agotador.

Lo que nadie ve detrás de una mujer con fibromialgia

La sonrisa con la que disimulamos el dolor.

Las lágrimas contenidas en el baño antes de salir a trabajar.

Las noches de insomnio que hacen que el día siguiente sea un desafío titánico.

La soledad de no sentirnos comprendidas ni por médicos, ni por familiares, ni por amigos.

La lucha interna entre querer hacer todo y saber que el cuerpo tiene límites.

A esto se suma la frustración de perder habilidades que antes dábamos por sentadas. Actividades simples como peinarse, cocinar, escribir en el teclado o simplemente levantarse de la cama pueden convertirse en un desafío.


Con Permiso Para Quejarte

Como Convivir con la Fibromialgia sin Perderte a ti Misma


Pero nos obligamos a seguir adelante porque no queremos ser una carga para los demás. Porque queremos demostrar que seguimos siendo capaces.

Porque, en el fondo, todavía nos cuesta aceptar que nuestra realidad ha cambiado.

Consejos para soltar culpas y priorizarte

1. Deja de justificar tu dolor

No tienes que explicar ni convencer a nadie de lo que sientes. Tu dolor es real, y tú eres quien mejor lo conoce.

2. Aprende a decir NO

No eres egoísta por priorizar tu salud. Poner límites no significa ser menos valiosa, significa que te respetas.

3. Rodéate de quienes sí te entienden

Buscar apoyo en grupos de pacientes puede ser transformador. No estás sola en esta lucha.

4. Haz de tu bienestar una prioridad

No eres menos mujer por descansar, por cuidarte, por poner límites

5. Permítete sentir

La tristeza, la frustración y la rabia son emociones válidas. No las reprimas, vívelas y luego suéltalas.

6. Date permiso de descansar sin culpa

Descansar no es perder el tiempo, es recuperar fuerzas para seguir adelante.

7. Cambia la conversación interna

En lugar de castigarte por lo que no puedes hacer, reconoce todo lo que sigues logrando a pesar del dolor.


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Recuerda mujer que…

No eres débil.

No eres exagerada.

Eres una mujer que lucha el doble cada día, y eso merece reconocimiento.

Hoy, más que nunca, date permiso de vivir sin culpa y de soltar aquello que no te hace bien. Porque ser mujer con fibromialgia es una batalla diaria, y cada día que te levantas, ya estás ganando.

Ahora te pregunto a tí … ¿Cómo es ser una mujer con fibromialgia?

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